En una visita cargada de simbolismo y definiciones políticas, el presidente de China, Xi Jinping, y su par ruso, Vladimir Putin, reafirmaron este jueves una alianza estratégica que, según ambos líderes, tiene un papel central en la defensa de un mundo multipolar, justo y basado en el derecho internacional. Las declaraciones se dieron tras una serie de reuniones bilaterales en el Kremlin, en el marco de la conmemoración por los 80 años de la victoria en la Segunda Guerra Mundial.

Xi sostuvo que, ante “la contracorriente del unilateralismo y la política de poder e intimidación”, China y Rusia deben asumir su “responsabilidad histórica” como grandes potencias y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Putin, por su parte, destacó que la relación con China es una elección estratégica basada en el respeto mutuo, no dirigida contra terceros y ajena a presiones externas.

Durante el encuentro, los mandatarios firmaron una declaración conjunta para profundizar la “asociación estratégica integral de coordinación para la nueva era”, y supervisaron el intercambio de más de 20 acuerdos bilaterales en áreas como bioseguridad, energía, economía digital, inversiones y cooperación cinematográfica.
Xi insistió en la necesidad de “preservar la narrativa histórica correcta sobre la Segunda Guerra Mundial” y fortalecer la coordinación multilateral en foros como la ONU, la Organización de Cooperación de Shanghái y el BRICS. Además, reiteró su compromiso con la modernización china y una globalización “universalmente benéfica e inclusiva”.

Putin agradeció el apoyo de China en temas clave como Taiwán y denunció las sanciones económicas occidentales, a las que calificó como “ilegales e insensatas”.
Ambos líderes evocaron los lazos históricos forjados durante la lucha antifascista y destacaron la importancia de proyectar esa alianza hacia las próximas generaciones.
Con esta visita —la undécima de Xi a Rusia desde que asumió la presidencia—, China y Rusia no solo buscan estrechar lazos económicos y culturales, sino también posicionarse como contrapeso del liderazgo occidental en un contexto internacional convulsionado.