Entre geopolítica y simbolismo, China muestra a la OCS como alternativa a Occidente

China reunió este fin de semana a 25 líderes de países que concentran un cuarto del PBI mundial y el 42% de la población global, en un gesto que busca proyectar una alternativa sólida a la hegemonía occidental.La 25a Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) se celebró el domingo 31 de agosto y lunes 1 de septiembre en Tianjin, una de las principales ciudades portuarias del noreste chino, con casi 14 millones de habitantes. El encuentro se presentó como un espacio para profundizar los vínculos políticos y económicos fuera de la órbita de Estados Unidos y Europa.

En apenas dos décadas, la OCS pasó de representar el 5% del PBI mundial en 2001 a más del 23% en 2024, respaldada por casi la mitad de la población mundial.

Entre los principales líderes invitados estuvieron el presidente ruso Vladimir Putin; el primer ministro indio Narendra Modi (en su primera visita a China en siete años); el presidente turco Recep Tayyip Erdogan; el presidente iraní Ebrahim Raisi; los primeros ministros de Pakistán, Malasia, Camboya y Vietnam; el Secretario General de la ONU, António Guterres, y el Secretario General de ASEAN, Kao Kim Hourn, entre otros.

Fundada en 2001 por China, Rusia y cuatro repúblicas de Asia Central, la OCS se expandió a diez miembros plenos, incluidos India, Pakistán, Irán y Bielorrusia, dos observadores, y catorce socios de diálogo.

Hoy representa un intento de liderazgo alternativo al de Washington, especialmente en medio de la guerra comercial y tecnológica con Estados Unidos y Europa. Xi Jinping aprovechó el foro para proyectarse como impulsor de un orden más justo y favorable a los países emergentes.

La cumbre será seguida por un gran desfile militar en Pekín el 3 de septiembre, al que también asistirá el líder norcoreano, Kim Jong-un junto a Putin, en un gesto simbólico de alianza militar y desafío a las potencias occidentales.

Tensiones detrás de la unidad
A pesar de la intención de proyectar unidad, la OCS enfrenta tensiones internas: Rivalidades históricas como la de India y Pakistán, y diferencias estratégicas entre China y Rusia en Asia Central, limitan su cohesión. No se trata de una alianza militar como la OTAN ni de una zona de libre comercio como la Unión Europea; cada miembro busca afianzar sus intereses frente a Occidente.

Modi, Xi y Putin, potencias asiáticas de los BRICS, reunidos en Shanghai en un encuentro histórico.

En este sentido, la cumbre funciona más como un escenario simbólico que como un foro de decisiones concretas.

Xi, Putin e India aprovechan estos encuentros para reducir su dependencia de Occidente, profundizando vínculos económicos y culturales. El simple hecho de reunir a estos líderes envía una señal clara: aunque la OCS no es un bloque homogéneo, sí constituye una alianza política que desafía la centralidad occidental y refuerza la idea de un mundo en transición hacia nuevas esferas de poder.

El contraste de la diplomacia de Xi con la diplomacia de Trump
La cumbre adquiere especial relevancia al compararla con la reunión que Trump mantuvo con Lee Jae Myung en la Casa Blanca, el pasado 25 de agosto. Allí, el presidente ridiculizó públicamente la alianza militar con Corea del Sur, poniendo en duda el compromiso de Washington frente a la amenaza norcoreana y debilitando la confianza de sus socios regionales.

Aquella actitud, aunque más cercana a un acto improvisado que a una declaración de política exterior, dejó en evidencia la fragilidad con la que Trump concibe las alianzas históricas construidas durante décadas, y que, por el otro lado, Xi muestra un enfoque estratégico que refuerza su imagen internacional y la percepción de que existen alternativas al liderazgo occidental.

Trump se reúne en la oficina Oval con Lee Jae-Myung, presidente de Corea del sur, el pasado 25 de agosto. Fuente: The New York Times.

Los foros multilaterales, aunque atravesados por contradicciones, son utilizados por Pekín para erosionar la influencia de Estados Unidos y proyectar su visión de un mundo multipolar. Aunque el impacto concreto de la OCS a largo plazo puede ser debatible, su capacidad de reunir a líderes de países clave refuerza la percepción de que la arquitectura internacional está en transformación y que nuevas alianzas emergentes comienzan a desafiar la hegemonía tradicional de Occidente.

El “estilo Trump”, marcado por la improvisación y el desprecio hacia los compromisos multilaterales, dejó un vacío que hoy es aprovechado por Moscú y Pekín.

Mientras el expresidente estadounidense convertía cada encuentro en un espectáculo mediático, Putin y Xi demuestran acciones estratégicas que cada vez impactan más en la legitimidad, confianza y compromiso que el resto del mundo tiene por la política exterior y comercial de Estados Unidos y Occidente.

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